¿Qué hacemos con La Familia?

La escultura incautada a Pablo Escobar

Del edificio Mónaco no queda nada hoy, excepto la escultura “La Familia, del maestro Rodrigo Arenas Betancur, que adornaba su fachada principal. Pese a l publicitada demolición del edificio, llevada a cabo por la adminsitración anterior, ahora la discusión sobre nuestra problemática relación con la memoria narco resurge como un ave fénix con la necesidad de descifrar el mejor destino para escultura.

El bronce, teñido con dineros del narcotráfico, esculpido por uno de los escultores más reconocidos de Colombia, se encuentra en este momento, dividido en tres partes, envueltas en una mortaja de plásticos, bajo custodia del Museo de Antioquia.

A nuestro modo de ver, esta pieza de metal, de gran tamaño, constituye hoy los restos o despojos mortales más significativos del edificio Mónaco y, de alguna manera, simboliza también el legado insepulto de Pablo Escobar.
Un cuerpo demasiado grande para ser enterrado con un discurso oficial. Un cuerpo demasiado cargado de una memoria problemática y polémica como para ser expuesto por el Museo de Antioquia sin un tratamiento o consideración que tenga en cuenta su pasado, carga simbólica y poder pedagógico transformador.

La necesidad de resolver el destino de estos restos (¿instalarla?, ¿dónde?, ¿cómo?; ¿fundirla?, ¿con cuál fin?; ¿enterrarla?, ¿dónde?) abre de nuevo la oportunidad para promover un debate inclusivo, público y abierto a la ciudadanía de Medellín sobre qué hacer con la herencia de Escobar, debate que la alcaldía anterior no quiso llevar a cabo.

Así, tomando como pretexto la escultura, lanzamos una nueva pregunta provocadora: “¿Qué hacemos con La Familia?”.

Microdocumental

Título: ¿Qué hacemos con La Familia?
Duración: 6 minutos
Estado actual: primer corte
Sinopsis:
La incomodidad surge cuando un laboratorio de narrativas narco pregunta en Medellín qué hacer con la escultura La Familia, incautada con el edificio Mónaco, la antigua casa de Pablo Escobar. Líderes de varios barrios de la ciudad debaten sobre el destino de la obra, mientras revelan historias de una herencia que para unos es incómoda y para otros no.

Sistematización de resultados consulta: Qué hacer con la escultura La Familia

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Sugerencias al Museo de Antioquia

Con base en los debates, conversaciones, investigaciones, escuchas y exploraciones realizados por NarcosLab en curso del proyecto ¿Qué hacemos con La Familia?, formulamos las siguientes sugerencias curatoriales. Estas sugerencias no resumen en su totalidad las ideas y sugerencias recibidas y reunidas por el proyecto y entregadas como productos al Museo, sino que sintetiza las que aparecen con mayor frecuencia o son de mayor originalidad. Para el panorama completo de ideas y sugerencias referimos a los materiales entregados al museo.  

  1. Sin excepción, todas las personas que contribuyeron y participaron de una o otra manera en el proceso de consulta liderada por NarcosLab agradecieron la oportunidad de poder contribuir a este proceso y contribuir de manera pública con opiniones e ideas.
  2. Revelaron ser muy minoritarias, y realmente excepcionales, las voces que argumentan a favor de una instalación convencional u original de la escultura. Se apoyan en general en los siguientes argumentos: (1) la escultura debe ser valorada por el Museo como un objeto artístico y de patrimonio cultural, ya que su compra con fondos ilícitos, su incautación, su relación con Escobar y otros aspectos ‘incómodos’ pueden darse en otras obras artísticas materiales e inmateriales, y no es exclusivo ni único de la escultura La Familia; (2) el Museo de Antioquia no es un museo de memoria histórica; si se quiere dar un trato en términos de ‘incómodo’ y ‘memoria histórica’ a la obra, es mejor entregarla al Museo Casa de la Memoria. (Esta última sugerencia se encuentra con alguna regularidad también bajo el argumento que el Museo de Memoria es por definición el mejor lugar para la escultura). 
  3. La gran mayoría de las sugerencias y opiniones en los materiales producidos por el proyecto, subrayan la oportunidad de aprovechar la escultura para construir nuevas narrativas que de manera didáctica generan reflexiones sobre la historia compleja que acompaña La Familia, precisamente porque aquellas narrativas lograran, desde un ángulo original  y un ejercicio crítico del Museo, ayudarnos a interrogar sobre la incómoda imbricación entre el arte y lo narco en la década de los 80 en especial, y como una metáfora de la imbricación entre lo legal y lo ilegal, más en general, entre la ciudad y lo narco. 
  4. En el curso del proceso de consulta ciudadana, numerosas personas argumentaron a favor de instalar la escultura, de una u otra manera, en un espacio público al aire libre. Algunos lo hacen porque consideran que así fue concebida la obra por el maestro Arenas Betancourt y, de hecho, fue instalada en la fachada de un edificio, conforme a la normativa de la época, que exigía una obra pública en edificios nuevos cuyo costo de construcción superaba un monto determinado. Según otros, la escultura debe estar en el espacio público (en el ágora), ya que es allí donde se hace realmente ‘público’ el debate. Por fin, por considerar que de esta forma se hace una reparación simbólica, devolviendo a la sociedad una escultura comprada con fondos ilícitos por un capo responsable de innumerables acciones de violencia y terror. 
  5. Los líderes de las comunidades barriales consultadas expresan, casi sin excepción, un fuerte interés en que la escultura sea instalada en su territorio, al aire libre, en un parque o plaza, que ellas consideran emblemáticas de lo vivido en la época de los 80s y 90s. Esta sugerencia se formula en general como una reparación ante la falta de inclusión de estas comunidades y territorios en el proceso del Mónaco, con frecuencia identificado con un proceso poco incluyente, a puertas cerradas y con una narrativa centrada en lo vivido por las elites políticas y económicas del país, y sin visibilizar lo sucedido en otras partes de la ciudad y sociedad. Los representantes del sector barrio Escobar formularon su sugerencia de instalar la escultura en su territorio en términos de un homenaje no tanto a las víctimas, sino a Escobar, como fundador y benefactor del barrio, y relacionada también con el interés de seguir fomentando el turismo hacia el barrio y las ganancias económicas que este puede representar. Así mismo, para dotarlo de referentes culturales, hoy inexistentes, que se sumen a la futura construcción de un jardín infantil de Buen Comienzo y así cambiar la imagen negativa del barrio.
  6. De manera original, algunas reflexiones sugieren permitir de una o otra manera que el público pueda intervenir la escultura, o sea de manera directa y duradera (interviniendo la obra físicamente con herramientas y materiales), o de manera indirecta o simbólica (sin afectar la obra de manera duradera). De este modo, la ciudadanía podría, según estas sugerencias, participar de manera más directa en el destino de la escultura y la narrativa que se sugiere en relación con ella. 
  7. Las reflexiones ciudadanas ayudaron a entender mejor como el Museo de Antioquia puede aprovechar la escultura para construir una narrativa en términos de ‘patrimonios incómodos’, relacionados con lo narco en la ciudad, para explorar la compleja relación vivida, recordada y todavía presente entre la ciudad y lo narco.
  8. Las consultas y reflexiones dejaron claro que el debate sobre lo ‘incómodo’ es muy específico de Medellín. No se presenta en este momento en otras ciudades del país, así como otras ciudades -ni siquiera Cali- tampoco están experimentando el fenómeno del narco-turismo, como lo ha experimentando Medellín. El narco-turismo genera desafíos complejos para la ciudad en cuanto a su responsabilidad de hacer memoria y pedagogía sobre su pasado reciente trágico. Como sugirieron muchas de las personas consultadas en el curso de este proyecto, en vez de cerrar los ojos, negarse al debate o imponer una narrativa oficial simplificadora, la ciudad debería ser capaz de construir nuevas narrativas incluyentes para alimentar las reflexiones y debates. Con La Familia, el Museo de Antioquia tiene una oportunidad única de contribuir de manera audaz a esta tarea. 

Desde la óptica del equipo NarcosLab, con base en las sugerencias recibidas en el proceso consultivo y las investigaciones adicionales -incluso comparaciones internacionales realizadas-, sugerimos algunas opciones que consideramos más acertadas y viables para el Museo. 

Estas opciones solo corresponden a las opiniones de NarcosLab, alimentadas por todo el proceso de consulta, pero sin pretender ser excluyentes ni limitar las posibilidades a ellas. 

  1. NarcosLab sugiere que el Museo de Antioquia incorpore la obra en su colección y no cederla al Museo Casa de la Memoria, por considerar que el Museo de Antioquia tiene con esta escultura una oportunidad potente para narrar una dimensión de la historia contemporánea del arte en Medellín, que en este momento no está siendo contada, pero que el Museo ha venido explorando recientemente. 
  2. Entre las opciones que nos parecen pertinentes, y que el Museo ha venido considerando en el curso de este proyecto, está la opción curatorial de no exponer la escultura en su forma original vertical ascendente. En este sentido, y de manera relativamente tradicional, el Museo puede optar por instalar los tres fragmentos de La Familia en el piso de una pequeña sala del museo, rodeadas y complementadas con materiales y narrativas de contextualización. Con este fin, se puede apoyar, entre otros, en los contenidos producidos por este proyecto. Esta opción tiene la ventaja de que el Museo dedicará, de manera explícita, atención a este trágico capítulo en la historia de la ciudad, llenando de este modo un vacío en su colección y narrativa, que el Museo mismo ya ha identificado como un silencio incómodo sobre cómo operaron el arte, el mercado de artes, los artistas, coleccionistas y el mismo Museo en medio de lo narco.
  3. Esta opción puede llevar a que la sala se transforme en la más visitada, fotografiada y conocida del Museo, dada las dinámicas que se han venido generando en términos de narcoturismo en la ciudad. Desde el punto de vista de NarcosLab, dicho riesgo, no obstante, solamente fortalece la oportunidad del Museo de contribuir con una acertada curaduría a la necesidad de hacer pedagogía sobre nuestros patrimonios incómodos ligados con lo narco. 
  4. Otra opción que NarcosLab identifica es instalar una de las tres partes de la escultura en el Museo (retomando para ello aspectos de la opción 1), y las otras dos piezas en otros lugares de la ciudad y, de esta manera, estimular y ofrecer a sus visitantes una especie de ruta arte y memoria por la ciudad. Esta opción se articula con la importancia de garantizar mayor inclusión de sectores de la ciudad que fueron muy impactados por lo narco. 
  5. Esta opción requiere explorar las posibilidades de alianzas en territorio, con entidades y organizaciones de base como el Taller Arte en El Picacho, el Centro Cultural de Moravia, AgroArte en la Comuna 13, la Mesa de Derechos Humanos y Casa Amarilla de la Comuna 2, Crew Peligroso de la Comuna 4 y el Museo Casa de la Memoria, como co-creadores para la materialización de esta opción y así garantizar sostenibilidad en el proceso y de la obra misma.  
  6. Finalmente consideramos, a partir de las exploraciones, contenidos e investigaciones realizadas para este proyecto por NarcosLab, que de manera complementaria o adicional a la curaduría que el Museo decida optar para La Familia, y dado el gran interés en la temática, oportuno y posible desarrollar una experiencia museográfica participativa, tipo laboratorio, que permita acercarse a diversas narrativas sobre la historia del narcotráfico y la cultura de lo narco para promover la emergencia de nuevos relatos con los públicos visitantes, orientados a la reflexión crítica, la construcción de memoria y a la transformación de los imaginarios.
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